Durante muchos años, el enunciado “menos es más” ha sido el lema del diseño minimalista. Asociado inmediatamente a la sobria obra del arquitecto alemán Ludwig Mies van der Rohe, quien tomó prestada la expresión de un poema de Robert Browning, “menos es más” celebra el valor ético y estético que entraña una economía de medios autoimpuesta. La arquitectura desnuda de Mies, en la que la expresión formal se reducía a una composición sencilla de elementos industriales prefabricados, llevaba implícita la idea de que la belleza únicamente puede surgir del rechazo de todo aquello que no sea estrictamente necesario. En años recientes, pero especialmente a partir de la recesión económica de 2008, la actitud “menos es más” ha vuelto a ponerse de moda, defendida, esta vez, por críticos, arquitectos y diseñadores con un tono ligeramente moralista.
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