Hace ya más de veinticinco años fui a buscar a D. Alejandro al colegio de Arquitectos de Madrid, para trasladarnos juntos en mi automóvil hasta su Estudio. Nada más ver de lejos mi coche exclamó: ¡¡Has venido a buscarme en un Pinin Farina!! Se trataba de un Duetto del 68 que el conocía perfectamente. Desde este momento pude comprobar su extraordinario interés por el diseño, a la vez que percibí su sensibilidad y afabilidad.
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