Su escasa obra es totalmente atemporal pero autobiográfica. En ella intenta plasmar las sensaciones vividas en su infancia en la hacienda donde creció y pone de manifiesto el carácter religioso de su familia, las visitas a los monasterios y las iglesias. Los claustros, las celdas, los patios solitarios son fuente de inspiración. Sus casas son monásticas de espíritu y suponen un refugio para la vida contemporánea. En sus habitaciones el tiempo pasa lentamente, demorándose.
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