En esta ocasión podemos contar con la extraordinaria presencia del Maestro, amable, elegante y sencillo. Antonio Fernández de Alba me recibe en su estudio de siempre. Su espacio físico de trabajo ha variado poco en el transcurso de los años. Lo imagino lleno, con las grandes mesas para delinear hoy necesariamente sustituidas por ordenadores que personalmente casi no maneja.
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