15 Junio 2018

El arte de la lectura. Libros y lectores en el arte de Pompeya a nuestros días.

El escritor David Trigg ha recopilado en su última publicación una selección de obras de arte en la que los libros tienen un protagonismo especial. Un curioso paseo por la historia del arte pero también la mirada conocedora del autor, que ha sabido introducir interesantes contraposiciones entre artistas de distintas épocas, rompiendo así con la narración lineal o cronológica y ofreciendo la posibilidad de ampliar las conexiones visuales o conceptuales.
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El arte de la lectura. Libros y lectores en el arte de Pompeya a nuestros días.
El arte de la lectura. Libros y lectores en el arte de Pompeya a nuestros días.
Esta publicación es un homenaje a la lectura y a los libros como elemento cargado de connotaciones, presentes en la creación artística desde hace más de 2000 años, a través de 300 obras de arte presentes en museos y colecciones de todo el mundo.

Las obras que incluye el libro pueden ser desde pinturas hasta esculturas, pasando por la fotografía o instalaciones, y, como vemos en las ilustraciones que las acompañan, estas han sido utilizadas para transmitir mensajes e ideas como, por ejemplo, el nivel intelectual de los que se retrataban con ellas; como símbolos de piedad en los cuadros religiosos, o como materia prima para esculturas contemporáneas.

Un ensayo introductorio aúna algunos de los temas generales del libro. En particular, explora cómo los artistas visuales han considerado deliberadamente la dimensión política o social de los libros, representando títulos o escritores cuya obra fue controvertida o incluso prohibida y las impopulares ocasiones en que los libros fueron destruidos deliberadamente porque su contenido era considerado muy peligroso: desde la biblioteca de Alejandría, hace unos dos milenios, hasta la quema de libros a manos de los nazis en la década de 1930.

Junto a muchas de las reproducciones el autor ha incorporado una leyenda explicativa sobre la obra y sobre el valor o el sentido que esa imagen ha cobrado con los años. Así, por ejemplo, encontramos el fresco titulado Mujer con tablilla de cera y estilete (h. 55-79 d.C.), del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, cuyo retrato se considera hoy en día un homenaje a la alfabetización femenina. En el cuadro de Velázquez Bufón con libros (Retrato del bufón don Diego de Acedo, el Primo), conservado en el Museo del Prado, la presencia de los libros –especialmente uno muy voluminoso que contrasta con la estatura del personaje– y de otros elementos como el tintero y la pluma, nos indica la condición docta del representado. Aquí Velazquez no está pintando al bufón deforme que entretenía al rey en los ratos de ocio sino al trabajador real que también realizaba tareas administrativas y ejercía como correo con responsabilidad al frente del sello con la firma real. La tumba de Leonor de Aquitania (Anónimo, 1204-1210, en la Abadía de Fontevraud, Anjou, Francia) representa un ejemplo singular de escultura funeraria que muestra a la difunta como si estuviera viva y además leyendo un libro, posiblemente la Biblia o un salterio, lo que transmite la idea de que la lectura era importante para la reina y simboliza un grado de cultura en una época en la que la alfabetización y la educación femeninas no eran precisamente una prioridad. También encontramos curiosos ejemplos dentro del arte contemporáneo, como La reproducción prohibida de Magritte (1937), una pintura que el belga realizó para la casa del poeta y mecenas británico Edward James. En ella vemos a un hombre frente a un espejo que nos devuelve esa misma visión de su nuca y un libro sobre una repisa del que podemos adivinar que se trata de un ejemplar de Narración de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe, en el que se cuenta la expedición llevada a cabo por Pym al polo sur y de la que este sostiene que es el autor y que Poe es tan solo el editor de la obra, preocupado por hacer entender a los lectores que se trata de un diario de viaje verídico y no de una ficción. Con esto juega Magritte en este retrato para introducir su habitual dicotomía entre realidad y fantasía y su habilidad para presentar situaciones improbables como auténticas. La escultura moderna y la instalación también nos ofrece interesantes piezas de las que Trigg no ha querido olvidarse, como Otra persona: una biblioteca de 100 libros escritos de forma anónima o bajo seudónimos, de Shilpa Gupta (2011); Lucidez e intuición: Homenaje a Gertrude Stein, de Susan Hiller (2011); La biblioteca para los pájaros de Nueva York, de Mark Dion (2016); el iglú Hogar, de Miler Lagos (2011); Contemporáneos, de Alicia Martín (2000); el muro de libros que Kounellis levantó en la Biblioteca Nacional de Bosnia-Herzegovina en 2004 o los Libros voladores (Homenaje a Borges) de Christian Boltanski en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, entre otros.

También a lo largo del libro se van intercalando citas que invitan a reflexionar sobre la lectura y su disfrute, algunas de ellas auténticas declaraciones de intenciones, como esta de Erasmo de Róterdam: “Cuando tengo algo de dinero, me compro libros. Si sobra algo, compro comida y ropa”.

EDITORIAL: Phaidon
IDIOMA: español
PÁGINAS: 352 pp.
IMÁGENES: 280 ilustraciones en color
PRECIO: 29,95 euros

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