Si el I Congreso (‘Más por menos’) defendía en 2010 una imprescindible austeridad, el II (‘Lo común’) argumentaba en 2012 la no menos necesaria solidaridad basada en lo que compartimos, y el III (‘Arquitectura necesaria’) proponía en 2014 renunciar a lo superfluo y reclamar lo imprescindible —«Lo necesario, pero no menos de lo necesario»—, este IV Congreso quiere examinar el momento actual de la arquitectura atendiendo simultáneamente a la transformación en curso de su base académica y profesional, que marca probablemente un cambio de paradigma en la forma en que se entiende y se ejerce, y al papel extraordinariamente relevante que la construcción y la ciudad juegan en el cambio climático, ya que la mayor parte de la energía que consumimos y del CO2 que desprendemos quemando combustibles fósiles tienen su origen último en la concepción de los edificios y en el modo de ocupación del territorio: la arquitectura necesita un cambio de clima, y el cambio climático necesita abordarse desde la arquitectura.