El edificio alberga cuatro usos principales, una sala sinfónica para 1000 personas, una sala de cámara para 250, y un área expositiva, que al igual que el vestíbulo de acceso, puede ser utilizado como zona multifuncional. Todos ellos, quedan enlazados mediante un recorrido continuo, caracterizado mediante la luz y la geometría y que busca potenciar la espacialidad del edificio. La sala sinfónica, mediante su conformación y materialidad, reinterpreta contemporáneamente un espacio destinado a ser esencia y reflexión al mismo tiempo.
El edificio se configura por una volumetría sintética a la vez de compleja que se resuelve mediante un paseo continuo el cual conecta todas las funciones presentes a lo largo de un espacio público presente en todas las plantas. Desde el exterior, como ocurría con la pre-existencia contigua, prevalece la verticalidad geométrica de la cubierta. Estas características singularizan la Filarmónica en su contexto urbano.
La composición en planta queda definida por un anillo perimetral. Este elemento alberga mayormente espacios de servicio. Por un lado permite definir un gran vacío dentro del cual gravita la sala de orquesta y el auditorio para música de cámara, por otro lado para remarcar la relación del edificio con su entorno más próximo. La modulación seriada de la cubierta representa el otro elemento expresivo del proyecto, que permite integrar el nuevo edificio dentro de un perfil urbano fragmentado.
En su materialidad, el edificio es percibido como un elemento de luz: la fachada de cristal, iluminada desde su interior, da lugar a diferentes percepciones según el uso interior. La austeridad exterior y la sencilla composición de la circulación interior contrasta con la expresividad del hall principal. De acuerdo con la tradición de Europa central de salas clásicas de concierto, la decoración llega a ser tanto ornamento como función. La sala de concierto se diseña siguiendo una sequencia de Fibonacci cuya fragmentación va aumentando con la distancia a la escena, y da forma a un espacio ornamental que recuerda a la tradición clásica a través de su recubrimiento bañado en oro.