'Cuando hablamos de crisis también nos referimos a la proliferación excesiva de profesionales cuyos dudosos objetivos no parecían estar vinculados a la búsqueda del buen hacer y la honestidad en el ejercicio de la profesión, sino más bien a un ensalzamiento de individualidades y personalismos, con la única meta de la creación de modas pasajeras y la adquisición de fama en ciertos medios de difusión. Con todo ello lo que se logró fue una vanalización del trabajo de los arquitectos, la disminución de la calidad de las obras, el desprestigio social, la constante puesta en tela de juicio del papel del arquitecto en el proceso de la edificación y la reducción de competencias en el ámbito de la construcción. Por otro lado, todos estos artistas de la palabreria, se han dedicando progresivamente a acaparar puestos docentes en una gran parte de las universidades públicas y privadas de arquitectura del país, convirtiéndolas en prolongaciones de sus tentáculos de captación y en instrumentos de difusión de sus doctrinas. Los profesores deberían enseñar y ahora mismo las clases se han convertido en laboratorios de todo tipo de temarios absurdos, impartidos por docentes que ni saben enseñar, ni quieren enseñar, ni tienen nada real que transmitir a sus alumnos. ' (Multido arquitectos)
Sin embargo aún nos quedan cosas como… 'el cinismo del último premio que la Bienal de Venecia concedió a la Torre David, un “rascacielos de favelas” ubicado en Caracas. La torre, de 45 plantas, fue abandonada hace dos décadas y ocupada hace unos años por más de tres mil personas. Desde entonces ha sido escenario de asesinatos y secuestros, además del cotidiano hacinamiento de las familias que viven allí sin agua ni gas. Es un monumento al fracaso de las políticas sociales y urbanísticas. ¿Es eso lo que premió un jurado presidido por el holandés Wiel Arets en Venecia? ¿O acaso era el excelente reportaje fotográfico de Iwan Baan, capaz de transformar en reivindicación lo que no es más que el retrato de un desastre? La crisis también ha abierto una puerta, sumamente peligrosa, que conecta la arquitectura con las salas de los museos' (Anatxu Zabalbeascoa)
A pesar de haber transcurrido más de 50 años desde que José Antonio Coderch escribió este texto, para nosotros sigue estando a la orden del día.
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No son genios lo que necesitamos ahora'