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Por ello, hoy queremos traer a primer plano un tema que nos parece interesante: ¿puede la arquitectura, la buena arquitectura, convivir de manera digna con intereses económicos? A partir de aquí, el tema se puede entender de muchas maneras y para ello hemos convocado a cuatro arquitectos que nos dan su visión sobre la jugada.
Así que, agradeciendo, nuevamente, su aportación, os animamos a tod@s vosotr@s a dejarnos vuestra opinión para ver si se puede generar un buen debate sobre el tema.
1. Entiendo el negocio de la arquitectura como una capa más dentro de un nuevo archivo dwg, como una parte indispensable dentro de la estrategia empresarial en cada estudio de profesionales, como un estadio de ámbito privado de equilibrio entre subsistencia-creatividad y enfocado a un beneficio económico controlado.
No entiendo el negocio en la arquitectura, como gran parte de los implicados lo suelen entender … como ese criterio de todo vale, da igual, acelerado, más … eso, entre otras cuestiones, nos lleva a la basura cedida gratuitamente por la frivolidad del negocio rápido, mal pensado, sin criterio de conjunto y sin visión de futuro.
Creo, y así lo practico, que la arquitectura es una vocación y que no sirve para hacer cualquier intervención, negocio-beneficio para otros y a costa de la pérdida o destrucción de beneficios futuros. Nuestra responsabilidad social, urbana, humana y legal debe llevar a pensar en algo más que en el $ y en el beneficio de lo inmediato.
Me interesan sólo un tipo de comisiones: las de la honradez, las de la honestidad, las del trabajo bien pensado y el de la dedicación.
He cometido errores en los 19 años de mi profesión, pero creo que se debe ir más allá, y, cada día, replantear las decisiones tomadas. Se está siendo esclavo de la mirada al otro lado, para olvidar además que cerca hay más oportunidades, ya que creo que el negocio está en una arquitectura bien pensada, bien dirigida, trabajada e integrada, aunque sea poca .… es preferible no hacer o deshacer antes que mal hacer.
La arquitectura no es gratis y tampoco lo que se ha cedido…. Incluso ahora, en estos tiempos complejos, se pisotea la esencia….No hablo de grandes empresas de arquitectura o de otros grupos, ya que me extendería por la abstracción, sino desde este punto de vista cercano que es incluso más complejo.…. Creo-espero que, poco a poco, la visión cambiará….
2. Un negocio consiste en una actividad, método o forma de obtener dinero, a cambio de ofrecer bienes o servicios a otras personas.
Dinero es todo medio de intercambio común y generalmente aceptado por una sociedad usado para el pago de bienes y servicios, y de cualquier tipo de obligaciones (deudas e impuestos).
Una creencia es un punto de vista que aplicamos sobre nosotros, los demás y el mundo. Digamos que son los filtros a través de los cuales decodificamos nuestro escenario y lo que pasa en él.
¿En qué te enfocas para creer, ver y entender el mundo? ¿Qué te han enseñado y en dónde lo hicieron? ¿Con quién has vivido o vives? ¿Qué escuchas o te dices a ti mismo todos los días?
Con las percepciones o creencias conjuntas sobre la arquitectura, el dinero, el negocio y el servicio hay que tener cuidado.
Vivimos en una sociedad muy dispar con percepciones sobre la vida contradictorias. Tenemos que ganar el pan con el sudor de nuestra frente, el dinero es sinónimo de usura, egolatría, gurús y ambición, o todo lo contrario, éxito y promesa del cielo más allá de la muerte. Hay un padre que nos cuida o bien que nos castiga, y el servicio se regala para ganarnos el cielo y su aprobación, como reminiscencia del primer cielo de todos, el cariño de nuestros padres que como seres indefensos que éramos necesitábamos de ellos para sobrevivir. Hay sociedades y sociedades. En unas no existe el PIB sino el FIB, la felicidad interior bruta de sus habitantes, y en Japón, pueblo de guerreros samuráis y conquista, y estando formado por el archipiélago de islas que es, se prefiere que por el bien común te dediques a algo relacionado con el comercio exterior en vez de a la arquitectura.La arquitectura es un negocio, entre otras muchas cosas, y no por ello, pierde su razón de ser. Entiendo que decir lo contrario es como decir que el dinero es malo cuando es lo que hace viable seguir haciendo arquitectura sin perder de vista el propósito de servicio, y para dar un buen servicio, hace falta que sea negocio. Hasta aquellos sistemas sin ánimo de lucro como las fundaciones u ONG’s requieren de dinero para que sean posibles.
El “dinero” es un valor, como la “libertad”, la “familia”, el “afecto”, la “amistad”, el “servicio”, el “liderazgo” o el “prestigio”, por citar algunos… y hay que tener en cuenta que los valores se construyen a si mismos con otros valores. Por eso, la creencia negativa que tenga sobre el dinero mermará o bloqueara o limitará mi comportamiento para poder nutrir otros valores, como por ejemplo pueden ser, el “servicio” desde mi actividad a los demás mediante los proyectos de arquitectura en los que me implique, que a mi “familia” no le falte de nada y para ello preocuparme por buscar nuevos horizontes e internacionalizar mi estudio, que me preocupe por invertir en mi “formación” a la hora de especializarme tanto en mi crecimiento competencial técnico (especialización en estructuras, instalaciones, arquitectura sostenible, edición de textos de arquitectura, …) como personal (gestión emocional, motivación, creatividad, comunicación…), para ejercer bien como profesional libre, el “Liderazgo” con mi equipo de trabajo o pueda hacer “colaboraciones” con compañeros, porque mi empatía la tenga fuertemente desarrollada ya que mi valores principales sean la “amistad”, la “cooperación” y fomentar el desarrollo de mi red de contactos.
La pista para saber cuál creencia tienes con el dinero se encuentra principalmente en cada sistema familiar nuclear donde aprendimos las primeras estrategias de supervivencia y apoyo, (y en muchas ocasiones las últimas porque ni nos planteamos si son adecuadas al entorno actual o no).
El entorno ha cambiado, ciertas creencias o filtros con los que entendamos la realidad también deben cambiar por ciclo natural para bienestar vital individual y de conjunto.
3. Durante casi toda mi vida profesional he tenido que escuchar millones de veces a muchos arquitectos afirmando lo siguiente: “Nosotros no somos empresarios”. Lo proclamaban a los cuatro vientos. Sacando pecho y seguros de sus palabras. Con la tranquilidad de quien se sabe inocente de haber cometido un pecado capital.
Sinceramente, no sé qué hay de malo en tener un estudio de arquitectura, una oficina o un [ponga-aquí-el-palabro-que-más-le guste] y llamarlo por su nombre. Tienes gente a tu cargo, tienes encargos, tienes clientes, haces la declaración de la renta como profesional por cuenta propia, tienes responsabilidades muy serias derivadas del trabajo que desarrollas, tienes plazos de entrega y cobras un precio por el desarrollo de tus trabajos. ¿Qué demonios es eso más que una empresa?
Nunca he entendido muy bien por qué a ciertos arquitectos les parece tan peyorativo juntar en una misma frase las palabras “Arquitectura” y “Empresa/Negocio”.
Conozco a muchos grandes profesionales (tanto aquí en China, como en España) que no se dedican a la arquitectura y que han logrado, con esfuerzo, pasión y una gran dedicación, crear una empresa de la nada y que luchan día tras día por mantenerla viva, adaptarla a los cambios que van surgiendo, optimizarla y mejorarla. Insisto: casi ninguno de ellos se dedica a la arquitectura pero sí que ponen su corazón en cada cosa que hacen, como nosotros… sí que buscan la belleza y trabajan con pasión en todas y cada una de las decisiones que toman, como nosotros… sí que tratan de hacer lo mejor que saben en cada uno de los trabajos o problemas que se les plantean, como nosotros… y sí que tienen que lidiar semana tras semana con multitud de imprevistos, cambios, situaciones negativas y también muy positivas, para sacar adelante cada proyecto en el que se ven involucrados, como nosotros… Y os aseguro que todos ellos están muy orgullosos de ser emprendedores y de haber puesto en marcha un negocio con mucho esfuerzo, trabajo e ilusión, a pesar de que en la mayor parte de los casos no les genera tantos beneficios (económicos) como los que uno pueda creer. Como digo, ellos se enorgullecen de lo que han creado y cuando dicen lo que son, lo hacen con la cabeza bien alta y con un brillo en los ojos digno de admiración.
Pero por contra los arquitectos (no todos, claro está) evitan constantemente cualquier alusión que relacione sus arquitecturas con el mundo empresarial.
Sinceramente, por más que lo intento entender, no puedo.
Porque lo cortés, amigos arquitectos, no quita lo valiente… y aunque ciertos personajes nos han querido transmitir la idea contraria, cobrar por el trabajo que uno hace no es que no sea un delito, es que es justo y necesario.
Quizá deberíamos tratar de enorgullecernos de lo que SOMOS (sin dejar de seguir tratando de hacer nuestro trabajo lo mejor posible) y no preocuparnos tanto por explicar, describir y justificar a todo el mundo qué es lo que NO SOMOS.
Shanghai, 5 de Junio de 2012.
4. Para tratar de elaborar ideas sobre este tema necesito plantear algunos preceptos porque me temo que la mayor dificultad de este tema estriba en que sus implicaciones son más éticas que profesionales.
Un negocio tiene como “fin” el lucro. Si no, no es negocio. Es intercambio, transacción mercantil o profesional, pero no negocio. Y esto abre dos preguntas.
¿Es el lucro un fin ilegítimo? Ahí podríamos debatir, pero podemos estar de acuerdo que si es “desmedido” se convierte en avaricia y no suele ser sana. Cuando el lucro está es una justa compensación por el trabajo, en principio no plantea problema.
Sí lo hace cuando introducimos el concepto de plusvalía. Lucrarnos “por encima del valor”, directo, porque la economía de mercado ya se encargó de acuñar diversas justificaciones para ese afán de lucro futuro como son el valor de uso o el de mercado, no solo nos parece mal como apreciación personal, si no que nos parece una de las causas de la situación económica actual.
La otra pregunta es ¿podemos modificar el orden y eliminar la finalidad de lucro?
Creemos que sí. No estamos hablando de trabajar gratis, ni de utopías sociales trasnochadas. Estamos hablando de justa compensación. Y aquí cada uno debe entender lo que crea. Un afamado promotor que ganaba muchos millones mientras su empresa estaba en concurso de acreedores decía que el debía ganar “Eso y mucho más. Porque él era muy bueno”.
En nuestra opinión, si conseguimos equilibrar la balanza entre trabajo y compensación económica, entre recursos y resultados, atender a criterios de frugalidad, no de austeridad, y tener estos conceptos de equilibrio presentes constantemente en nuestro trabajo diario, ya sea la producción de arquitectura o la promoción de la misma, podremos llegar a darnos cuenta de que no solo la arquitectura, si no todo, puede dejar de ser negocio.
Posiblemente cuando saquemos el lucro de la ecuación, volverán a aparecer las personas.