Una persona puede ser cautivada en una mera transacción comercial, una negociación de alto nivel o con una simple actualización de estado en las redes sociales. Cautivar de una manera correcta tiene más poder que la persuasión tradicional, la influencia o las diversas técnicas comerciales conocidas hasta ahora.
“Hay muchos métodos demostrados para ganarse un pavo, un yuan, un euro, un yen, una rupia, un peso o un dracma. Pero cautivar juega en una liga distinta: cuando cautivas a la gente, tu objetivo no es sacarles dinero o hacerles hacer lo que tú quieres, sino llenarlos de una gran satisfacción”Existen diversas tácticas para preparar e iniciar una estrategia que cautive a los clientes, a superar los malos hábitos arraigados en otras empresas y a desafiar la supuesta «sabiduría de la multitud». Pero lo primero que debes de hacer es meditar sobre los siguientes aspectos:
Expectativas nobles y elevadas - Necesitarás algo más que relaciones normales y corrientes. Necesitarás convencer a las personas de que compartan el sueño contigo.Decisiones difíciles e infrecuentes – Cuanto mayor sea la dificultad del cambio, mayor es la necesidad de cautivar. Si un cambio es muy importante, hacerlo realidad será muy importante.Hábitos arraigados – Casi siempre, los hábitos facilitan la vida y permiten tomar decisiones rápidas, inofensivas y buenas. Pero también pueden impedir la adopción de una nueva idea que ponga en cuestión lo establecido. Desafío a la masa – La masa no siempre es sabia. Te puede llevar por un camino absurdo, a opciones por debajo de lo aconsejable y hasta a la destrucción. Escaso o nulo intercambio de impresiones - Cuando el intercambio de información escasea o no está disponible con facilidad, y tus esfuerzos tardan mucho tiempo en ver los resultados, necesitas una gran dedicación. Sin duda los consejos de Kawasaky son sabios y debemos de tenerlos en cuenta en todos los aspectos de desarrollo y comercialización de nuestros productos o servicios.
Sin embargo hoy queríamos añadir a esta entrada del blog un artículo que acabamos de leer en EL PAÍS.com, llamado “
Algo que no se puede fingir” (escrito por Hugo Macdonald, editor de la sección de diseño de la revista
Monocle, y traducido por Mercedes Cebrián). Lo transcribimos tal cual.
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El encanto ha sido excluido de la vida moderna en el momento en el que más lo necesitamos. Lo está destruyendo una generación creciente de ejecutivos con aversión al riesgo y con unos planes que pretenden lo imposible: obtener el máximo beneficio contentando al mayor número de gente posible.El encanto no implica esfuerzo, pero a la vez supone una responsabilidad. Y también requiere un grado de honradez e integridad: no es algo que se pueda fingir (aunque el sector servicios estadounidense haga grandes esfuerzos), y eso precisamente lo convierte en una cualidad tan especial.El encanto es completamente humano: tiene que ver con el carácter y la individualidad. Ya sea un hotel o una calle, una ciudad o una tienda, un aeropuerto o un café, cuando resulta encantador es porque hay algo en eso profundamente humano con lo que conectamos, ese efecto fruto del uso frecuente o esa familiaridad de una rutina perfeccionada. No hay nada encantador en Dubái, donde chocan rascacielos con autopistas de 12 carriles; o llamadas telefónicas automatizadas.El encanto tiene que ver con la convicción ¿tener una opinión, seguir un instinto, alimentar una pasión?, no con preguntarle a mil personas lo que piensan y tratar de quedar bien a medias con todos. Internet no solo carece de encanto por resultar vacío de interacción humana: también es una herramienta a través de la cual todo el mundo tiene derecho a opinar. Desde un hilo de comentarios hasta el veneno de TripAdvisor, Internet da voz a un millón de comentaristas de sofá y anima tanto a la gente como a las empresas a 'andarse con cuidado' para agradar a las masas.El encanto no es cuantificable, por eso los asesores de empresas y los poseedores de MBA lo pasan por alto. Las decisiones que se toman en la sala de reuniones acerca del futuro de una ciudad, de un edificio o de una empresa no tienen en consideración la importancia del encanto. Apostar por una cualidad no medible en datos y cifras se considera el mayor de los riesgos, y sin embargo podría decirse que el encanto es el factor más importante para proteger negocios ya existentes, lo cual es incalculable en el clima financiero actual.El encanto es también frágil: no es algo que puedas comprar (de nuevo Dubái), sino que lleva su tiempo cultivarlo y requiere protección porque, una vez que se pierde, es casi imposible de reinstaurar.….
Saber cautivar con encanto, he ahí la cuestión.