El diálogo entre la columna y el muro nos remite a uno de los discursos quizá más específicos que se puedan efectuar en torno al hecho arquitectónico: el de la materialidad. Un discurso que tiene su punto de partida en la propia configuración del orden griego, que de este modo se constituye en la piedra de toque de todas aquellas arquitecturas que consideran la condición material como su contenido esencial.