In memoriam. D.M. (dis mendi / en memoria de los fallecidos)
FRANCISCO PONS-SOROLLA Y ARNAU. Arquitecto
Quizás su/s nombre/s no diga/n mucho a las nuevas promociones, pero todos les debemos y muy en especial a Paco Pons un inmenso agradecimiento por su labor en defensa de la Arquitectura y el Urbanismo Histórico, sobre todo en sus aproximadamente 30 años al frente de su puesto en la D. Gral. de Arquitectura del Mº de Vivienda, o de sus herederos MOPT, MOPU, etc.… No tengo a la vista los datos, ni creo que sea fácil cotejarlos, con su archivo hoy olvidado en algún remoto almacén ministerial, pero su labor profesional y su esfuerzo, en condiciones verdaderamente escasas en la mayoría de los casos, merecerán siempre el mayor reconocimiento por parte de todos.
No era muy dado a escribir, aunque lo hacía con una gran elegancia, como quedó patente en la transcripción de su artículo “La belleza en las construcciones” que se hizo en el nº 7 (09/2009) de la Revista Arquitectos de Madrid (págs. 86-89) y le oí infinitas veces que sus criterios y opiniones los vertía en su obras.
Así fue y pudo apreciarse, en gran medida, en la exposición Os náufragos de Galicia que tuvo lugar en Santiago de Compostela ese mismo año, con Dª Belén Mª Castro Fernández como su Comisaria y recogida posteriormente, en gran medida, en su libro “El redescubrimiento del Camino de Santiago por Francisco Pons-Sorolla”. Sirvan ambos, libro y exposición, como reconocimiento de sus méritos y vergüenza para nosotros, sus compañeros, de no haber sido los organizadores de esa merecida exposición o al menos haberla recogido en la FUCOAM.
Descanse en paz, espejo de caballeros y arquitectos, y que nos siga guiando desde donde esté, acompañado de sus amigos: Chueca, Iñiguez, los dos Moya (Luis y Ramiro), Cervera Vera, Menéndez Pidal… a quienes tanto debemos y de quienes tanto aprendimos.
Que la tierra te sea tan leve como siempre lo fue para ti el trabajo y el recorrido incesante de nuestra geografía en defensa de nuestro Patrimonio Arquitectónico.
Miguel Ángel López Miguel (Col. 2.495)
Carta Abierta a mi padre
FRANCISCO PONS-SOROLLA Y ARNAU
Mi querido padre:
Quiero aprovechar esta ocasión para expresar con mis torpes palabras lo mucho que has significado para mí, y lo mucho que hoy y siempre te voy a extrañar.
Me enseñaste el amor al trabajo bien hecho, la alegría que produce trabajar en aquello que elegimos porque es lo que nos gusta. Me enseñaste a trabajar sin esperar recompensas, sin tan siquiera esperar la comprensión y el agradecimiento, y sin embargo con tú ejemplo también me enseñaste que los conocimientos hay que compartirlos y disfrutarlos con los demás. También aprendí de ti que no se puede disfrutar con miedo, pues vivir con miedo es vivir a medias, que no se puede disfrutar con egoísmo ya que no compartir los conocimientos, además, no da frutos.
A pesar de tu aplomo, nunca hiciste gala de lo mucho que sabías, ni me agobiaste con la claridad de tu mente.
Fuiste un padre recto, pero me criaste libre, no me imponías las cosas aunque me hacías sentir cuando no estabas de acuerdo. Con los años te fuiste volviendo tierno... entonces me dijiste lo mucho que me querías, lo bella que tú me encontrabas, lo que confiabas en mi trabajo, supongo que sabías que tenía la suficiente edad para no creérmelo, pero esos halagos puntuales y en los momentos precisos me hicieron reafirmarme, sentirme más bien conmigo misma. No sé que hubiese sido mi vida si en los momentos difíciles que atravesé no te hubiera tenido a mi lado. Sin decirme nada en concreto, me hiciste ver que la vida seguía, que había que seguir luchando, poniendo la ilusión en algo que valiera la pena. Me enseñaste el valor de la serenidad. Me volqué en el trabajo que compartíamos y cuando empezaste a ser consciente de tu deterioro me diste alas para que yo siguiera sola.
Supongo lo mucho que tuviste que sufrir en esos momentos que la lucidez te permitía ser consciente de los estragos que el alzeimer iba produciendo en tu mente, pero tú no te quejaste. Tú que nunca diste la lata, que eras tan deliciosamente independiente, pedías perdón por las molestias que según tú nos causabas. Nunca fuiste un peso, padre, estate tranquilo por ello...
Me transmitiste el cariño y la importancia del legado que dejaron tus abuelos, el amor a ese Museo Sorolla que cuidaste durante tantos años como si de tu casa se tratase. El amor a la obra de tu abuelo, de tu padre y de tu madre. La responsabilidad que supone haber recibido gratuitamente algo de lo que tenemos que hacer partícipe a la humanidad, de lo que nos tenemos que sentir orgullosos aunque no altivos.
Ahora espero saber transmitir todo esto a mis hijos y a mis nietos, y también tu amor a “tus” monumentos, a “tus” piedras viejas, además de enseñarles lo mucho que hiciste por los pueblos y por España.
Padre, me siento tan orgullosa de ti... El ejemplo que me diste y la ilusión por el trabajo que me supiste inculcar serán definitivos a la hora de terminar la labor que contigo emprendí... Espero no defraudarte.
Te quiero.
Cuídame por favor, padre, te voy a necesitar mucho en esta nueva etapa… que no decaigan en mí, ni en los míos, los valores que me infundiste, que sepa compaginar como tú la rectitud con la bondad.
Blanca Pons-Sorolla
Carta leída en la presentación de su primer libro “Joaquín Sorolla. Vida y obra”