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UN NUEVO MUSEO
Se ha rehabilitado el Edificio del Alcázar de Toledo para la nueva sede de la colección permanente del Museo del Ejército y se ha construido un conjunto de nueva edificación en los terrenos libres en su parcela, antigua plataforma de acceso y taludes y jardines hacia la ciudad, para los espacios de acogida, vestíbulos, exposiciones temporales, servicio al público, salón de actos, cafetería y biblioteca, así como las oficinas de Dirección y Administración del Museo, almacenes, talleres y locales técnicos de instalaciones.
Los nuevos espacios amplían muy notablemente los de la antigua sede en el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, futura ampliación del Museo del Prado. Desde 1998, en que se convoca un Concurso Nacional ganado por los arquitectos D. Francisco Fdez-Longoria Pinazo y D. Dionisio Hdez. Gil y el Equipo de Museografía Macua & García Ramos, las obras se han desarrollado en dos Fases.
La rehabilitación del Alcázar restaura y rehabilita un contenedor de gran valor histórico y cultural, de dimensiones apropiadas para la Exposición con 14.000 m² útiles de espacio singular y equipamiento integral, y más de 22.500 m² de su superficie total rehabilitada, patios y galerías.
La nueva construcción, concebida como basamento contemporáneo incrustado en la excavación sobre espacios arqueológicos y roca bajo la plaza de Acceso, alcanza 12.160 m² útiles, 17.400 m² construidos, 4.450 m² de cubiertas y terrazas, 885 m² de jardines y un aumento de 462 m² de aceras de acceso desde la ciudad. Se cumple así la condición de mantener la volumetría general histórica y la Plaza de Armas exterior a la puerta principal de acceso al Alcázar.
HISTORIA DE UNA METAMORFOSIS
El Emperador Carlos V, en 1535, decide reformar el Alcázar de los Trastámaras sobre restos musulmanes y edificaciones defensivas romanas y visigodas, encargando su construcción al arquitecto Alonso de Covarrubias, quien propone un proyecto unitario sobre el conglomerado histórico de transformaciones históricas, en un ejercicio reflexivo de modernidad. A las tipologías de alcázares y castillos incorpora trazas del Renacimiento en un nuevo concepto de palacio-castillo, apertura de la renovación de la arquitectura española del siglo XVI, que se constituye en modelo quasi-militar del Monasterio del Escorial y reaparece en revivals posteriores.
El carácter de la fortaleza en el promontorio más alto de la ciudad se asienta sobre caballerizas, aljibes, despensas y locales de oficios en sótanos abovedados macizos y vanos, que se ordenan en base a los órdenes clásicos en paramentos y ejes ortogonales en las plantas, con un gran patio central, completado por la escalera imperial al sur del mediodía. Todo ello bajo la supervisión de Felipe II, el Príncipe-Arquitecto que finalmente se aposenta cinco años con su esposa Isabel de Valois hasta el traslado de la Corte a la Villa de Madrid.
Las obras terminadas en 1620 por Pedro de Lizargárate, se abandonan con el cambio de uso a prisión y los incendios de 1710 en la Guerra de Sucesión. En 1773 el cardenal Lorenzana acuerda con Carlos III su cesión a la Real Casa de Caridad reconstruida por Ventura Rodríguez. En el siglo XIX vuelve a incendiarse dos veces, hasta que la Reina Isabel II lo cede en usufructo al Colegio Militar, destruido de nuevo por incendios diez años después. En 1936 el Alcázar es sitiado y demolido por bombardeos y voladuras. El Ejército reconstruye en la década de los sesenta del siglo XX, lo que ahora de nuevo se transforma y amplia.
UN NUEVO CONCEPTO DE LA ARQUITECTURA DEL PATRIMONIO
Se ha aplicado aquí la doctrina emergente sobre la arquitectura del Patrimonio, según los principios de contextualidad y comportamentismo. Se pasa de los objetos al contexto. Se transmuta el monumento de objeto de la cultura a sujeto de acción social. En este referente, físico y simbólico se superponen, funde lo nuevo y heredado como se hizo a lo largo de los siglos. Se induce un proceso de experimentación del espacio en la visita. Se facilita que el hombre contemporáneo explore el lugar y sus restos, perciba de modo inmediato volúmenes y espacios, asigne valor y memorice sus recuerdos, simbolizando en profundidad el significado del lugar y su capacidad portadora de acción.
Como en toda obra sobre el patrimonio se ha realizado un trabajo triple. La transformación física y espacial del Alcázar rehabilitado y de su ampliación por una construcción potente en el subsuelo. La funcionalidad del concepto de Museo como comunicación entre personas y cosas, en itinerarios de penetración y ascenso sucesivo desde la ciudad. El disfrute de la belleza de una gran caja hueca, ordenadora, con la intencionalidad estética del arte de la tierra y sus objetos encontrados.
Esta creatividad colectiva entiende el Museo como paradigma de una civilización culta y de convivencia en la que España y Toledo representan un hito pasado y actual.
TRADICION Y MODERNIDAD EN LA EXPERIMENTACION DE CRISIS Y PAZ.
Este conjunto, que hubo de competir con la Catedral, reproduce sobre sí mismo espacio urbano y arquitectura, como lo hicieron las sociedades que lo habitaron bajo los valores de sus tres culturas. Se mantiene la identidad en el cambio continuo de batallas y pactos. Cinco razas de pobladores y sus dirigentes, intelectuales, científicos y mercantiles constituyen el grupo étnico más variado, bajo Reyes de Taifas y los de Castilla y León. Desde que en el año 720 Amrus, cristiano converso al Islam dona el cerro al emirato Omeya, este lugar es símbolo de convivencia tolerante. El Alcázar, parte de la alcazaba musulmana y castillo cristiano, se mantiene como referencia permanente. En esta relación continua entre tradición y modernidad se ha propugnado una arquitectura contemporánea que relacione espacio y comportamiento, aporte dimensiones psicológicas actuales al bienestar en la concurrencia y el itinerario en el Museo, para la comprensión y uso de los edificios y sus colecciones por los visitantes.
Se exponen las transformaciones pasadas y su activación actual, como habitación urbana. Se conforma un diseño de collage, de experimentación de un territorio impregnado de trazas y restos en un espacio de coetaneidad y superposición como avance de una arquitectura que simboliza la roca madre y el paisaje, como natura, y la construcción por siglos de fábricas, estructuras y espacios, como cultura. En este marco vital el intento de progreso en el arte del espacio incorpora la presencia y conducta de los visitantes y su reacción en el recorrido entre cisternas, aljibes, silos y restos y espacios activos del Museo, como expresión más actual.
Diversidad, sorpresa, alternancia de cambios de geometría, dimensión, y tránsito oblicuo por tramos y giros, como diagonales del recinto hueco, culminan con el acceso a la ortogonalidad del Alcázar. Todo queda valorado por luz tamizada de lucernarios y el diedro de planos de mármol traslucido que incorpora la magia de la penumbra y apoya la dicha de conocer.
UNA ARQUITECTURA DE CONTRAPUNTO.
El conjunto queda conformado en dos composiciones contrapuestas. La Primera Fase, de nueva construcción se materializa en un gran espacio de acogida, hueco bajo la Plaza de Armas. A la gran portada sólida del Alcázar de Covarrubias se contraponen grietas horizontales y verticales que, frente al grito moderno de sacar los museos a la calle, hacen penetrar ciudad, rocas, calles y paisaje dentro del Museo. La luz y las personas atraviesan restos y murallas, percibiendo su técnica constructiva.
El itinerario de giros y ascenso por las diagonales del cubo hueco, en escaleras y rampas a las plataformas y puentes sobre el gran vestíbulo, recorre este espacio procesional entre la malla cuadrada y descontextualizada de las cuarenta columnas en vanos de 8.0 x 8.0 m que soportan el techo de esta sala hipóstila, suelo restituido del Patio de Armas. Se puntúa el paisaje de la roca madre, la arqueología y las fachadas interiores de los nuevos espacios de Exposiciones Temporales y Oficinas del Museo.
Incrustados en la roca al nivel de la fachada, el Salón de Actos y Talleres funcionan a horas de Museo cerrado. Debajo, en la gran excavación, invisibles excepto por sus galerías abiertas y con acceso controlado, se han situado talleres, almacenes, servicios e instalaciones que cumplen todos los requisitos tecnológicos y de seguridad de un museo avanzado. Toda la ampliación se construye en estructura sólida de hormigón armado sobre pilotajes singulares y muros de contención de los empujes de las tierras y la propia roca. La edificación está modulada en malla tridimensional de 0,80 m., la antigua vara, a la que se acoplan plantas, alzados y secciones. Al fondo, en el puente superior se perfora la parata norte del Alcázar para penetrar en su estructura simétrica y ortogonal.
La Segunda Fase restaura y rehabilita las naves del Alcázar. Se han eliminado particiones y entreplantas de la posguerra. Se ha conseguido un recorrido circular en helicoide continuo y cerrado alrededor del Patio Central con conexión vertical por nuevas escaleras y ascensores de recorrido para el público. Se remodelan los núcleos de escaleras de emergencia para cumplimiento de toda la Normativa.
El Patio Central, sus pandas y la galería de la planta Noble, la escalera imperial y su descenso al deambulatorio central del semisótano al que se abre la Capilla, constituyen un conjunto de extraordinario valor cultural y arquitectura histórica restituida.
Las naves recuperadas presentan amplias dimensiones en paralelepípedos de 60 m x 10 m y 10 m de altura, adecuadas para el Proyecto Museográfico posterior. En el exterior los taludes y las rocas se precipitan al río Tajo.