Salvando las distancias y con absoluto respeto, me atrevo a decir que son precisamente José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún, los dos arquitectos que constituyeron el ejemplo de trabajo, en común, más conocido y valorado. Debo confesar que antes de comenzar mi carrera, estando aún en el colegio, no sabía si Corrales y Molezún eran dos o una única persona de nombre compuesto… Tardé poco en saberlo y menos en admirarles.
En ocasiones las firmas profesionales están constituidas por dos personas, de forma que no se concibe la una sin la otra.
Durante mi infancia convivían dos cómicos extraordinarios: Tip y Top. Esta pareja surrealista subsistió hasta que Top, atajando los rumores que circulaban sobre su existencia dijo públicamente: '… me morí, pero ya estoy mucho mejor…' Después Tip siguió trabajando intensamente con la incorporación de Coll, como todos sabemos.
Ya en mi juventud, insistía el 'Dúo Dinámico', en lo musical. Estaban en todas partes, haciendo gala a su nombre profesional, y a base de querer ser 'aurora boreal', consiguieron ser estrellas muy populares. Algo después también cantaban lo suyo: Simon and Garfunkel, aunque nunca supe quien era Simon y quien el otro. También fue notable el trabajo musical de Juan y Junior, hoy señores Pardo y Morales respectivamente
En la pintura, sin embargo, no se ha dado el caso de una pareja: 'paleta y pincel', porque pintar a dúo, en plan artístico, parece ser imposible.
En contraste, en Arquitectura sí han convivido dúos profesionales, aunque no siempre en suficiente armonía. Algunos alumnos de Arquitectura bastante despistados, que los hay, aún piensan en la 'pareja' Alvar Aalto. Desgraciadamente no es broma, porque actualmente existe un tremendo desconocimiento, a nivel estudiantil, sobre nuestros maestros.
Salvando las distancias y con absoluto respeto, me atrevo a decir que son precisamente José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún, los dos arquitectos que constituyeron el ejemplo de trabajo, en común, más conocido y valorado. Debo confesar que antes de comenzar mi carrera, estando aún en el colegio, no sabía si Corrales y Molezún eran dos o una única persona de nombre compuesto… Tardé poco en saberlo y menos en admirarles.
Hasta tal punto su identificación profesional fue fructífera que ambos obtuvieron la Medalla de Oro de la Arquitectura, otorgada por el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España. El hecho de conseguir ex–aequo este galardón ya nos dice de su extraordinario reconocimiento unitario.
Quizás esta introducción no sea acorde con otras presentaciones de Maestros, pero es que escribo desde un lugar bastante lejano y a una hora insospechada para España: 'Me fui para la Barranquilla…', donde he venido a presentar aquí 'Madrid 100% ARQUITECTURA', muestra que el COAM expone en todo el Mundo. Estoy absolutamente convencido de que José Antonio Corrales y Ramón Molezún hubieran sido aquí, en esta 'desconcertante ciudad', unas estrellas extraordinarias, bien necesarias.
En otras ocasiones he podido aligerar el texto, contando algunas anécdotas personales, que me ocurrieron con cada Maestro de la Arquitectura que tuve la extraordinaria oportunidad de conocer. En esta ocasión es distinto, ya que no pude coincidir con Corrales ni conocer a Molezún. Bien que lo siento.
Ante mi soledad caribeña y la necesidad de escribir en plazo, encuentro aquí, de forma mágica, el libro 'Corrales y Molezún', editado por el CSCAE en 1992. Esta espléndida publicación contiene los valiosísimos comentarios que hicieron Juan Daniel Fullaondo y María Teresa Muñoz, sobre 'Sir José Antonio y Sir Ramón'. Ante la falta de vivencias personales, recojo algunas de sus anécdotas, que ayudarán a conocer y contemplar mejor a nuestros maestros. Muchas gracias Fullaondo y Muñoz por vuestros escritos, en estos momentos en que los 40º y la humedad caribeña casi no me dejan pensar.
Con gran disgusto acabo de recibir la noticia de que la revista 'ARQUITECTOS DE MADRID' ya no se publicará en papel, por comprensibles razones económicas. El que quiera leerla tendrá que echar mano de su ordenador, aunque no creo que tenga la paciencia visual de leer este pequeño artículo: Yo no sé si sería capaz ……………………………………………………... si has llegado aquí, gracias, por seguir leyendo. Por si acaso he escrito lo siguiente:
Hace ya treinta años que Juan Daniel Fullaondo y María Teresa Muñoz vienen hablando sobre nuestros singulares maestros, cuando allá por los años sesenta eran considerados, posiblemente, como los arquitectos nacionales más conocidos y reconocidos.
'Todo el mundo quería ser como ellos', porque habían ganado con gran brillantez numerosos concursos. Sin embargo, tanto Corrales como Molezún no tuvieron, o tal vez no quisieron contar con un consejero, o 'manager' a escala internacional. Posiblemente estaban inmersos en su propia y serena valía y no necesitaban explicitarse más de cara al exterior. Hoy es difícil de concebir a las grandes figuras de la 'Arquitectura mundial', sin campañas de comunicación y difusión, que exigen con frecuencia vestir de negro impecable. Las estrellas son estrellas públicas y públicamente reconocidas. Al Arquitecto en 'su rincón'; simplemente no se le conoce. Por cierto, cabe recordar que, según me dicen, Corrales tenía innumerables 'trajes mil rayas' y que Molezún iba frecuentemente ataviado como para un inminente 'slalom gigante'. ¡¡Santísima dualidad!! Como dice Fullaondo.
Sigue siendo considerable el sentimiento de inferioridad que los españoles tenemos respecto a la opinión exterior. Aún hoy en día nos cuesta creer que los arquitectos españoles estemos clasificados entre los mejores del mundo.
No sé exactamente si esta 'actitud humilde' persiguió a Corrales y Molezún y fue causa real de su falta de proyección al extranjero, porque como afirma muy expresivamente Teresa Muñoz: 'José Antonio y Ramón, aunque hablaban mucho de geranios y cosas de esas, estaban muy cerca de algunas ideas de Kenzo Tange'… habría que ver las fechas. También Muñoz nos recuerda: 'Es terrible el sentimiento de inferioridad de los españoles, que les impide ver una cosa, hasta que les llega traducida del italiano, o del japonés…' Ahora tendríamos que añadir: 'o del chino'.
Para comprender el ambiente en que Corrales y Molezún se movían, cabe citar a algunos de sus 'artistas' contemporáneos: Oteiza, Chillida, Saez de Oiza, Paredes, Carvajal, Vázquez Castro, etc. etc.
¿Corrales y Molezún estuvieron siempre pacíficamente unidos, en plena concordia? Como dicen los cursis: 'No me lo puedo de creer…' Supongo que entre ellos tuvieron que surgir algunas divergencias. Todos los estudiosos que también investigaron en esta cuestión, llegan a clasificarlos como una pareja profesional verdaderamente estable…
Me permito sugerir mi propia conclusión: Si se llevaban tan bien sería porque ambos, dentro de su gran categoría personal eran muy diferentes, es decir, se complementaban muy positivamente.
Fullaondo y Muñoz se refieren inteligentemente a los diferentes lóbulos de nuestros cerebros. Parece ser que el del hemisferio izquierdo es más 'visual, verbal, lineal, cuantitativo y dominante'; mientras que el derecho es más 'espacial, emocional e intuitivo'.
Pues bien, ¿qué hemisferio está más desarrollado en cada uno de nuestros maestros? Los que los conocieron y trataron tendrán ya su respuesta, pero yo tengo que tirar de lo que me dicen:
José Antonio Corrales, tiene el hemisferio izquierdo más desarrollado que el derecho, según dicen, pero estas conjeturas me parecen, ahora, poco respetuosas. Como bien dice Fullaondo: eran 'un solo Arquitecto y dos personas distintas…' Dejémoslo ahí por ahora.
Al seguir leyendo el estupendo libro: 'Corrales y Molezún' del CSCAE, encuentro la referencia de uno de los arquitectos de entonces, que más conocí y aprecié: D. Carlos de Miguel, Director por aquellos días de la prestigiosa revista ARQUITECTURA del COAM. Recuerdo a Carlos con magnífico aspecto, elegantemente revestido con su bata blanca de Doctor Arquitecto, siempre con una tijera próxima, en su despacho de Nuevos Ministerios. Era entre otras cosas, según creo, el encargado de Exposiciones de aquella entidad.
De Miguel era un gran Arquitecto, clásico y formal, y no llegó a entender, o a aceptar, qué era aquello tan extraño del Archigram.
Sobre todo le molestó, sobre manera, que se publicara un amplio artículo sobre 'aquellas formas', justo al lado de un 'hermoso conjunto residencial de Corrales'. 'Cómo se podría yuxtaponer el fantástico proyecto de Corrales, con esos delirios del Archigram?..... Viene al caso el comentario que un alumno de la ETSAM le hizo por entonces a Fullaondo: 'De las cosas de Archigram, ni siquiera se pueden hacer maquetas…'
Investigo algo más sobre la persona de Ramón Molezún, al que se le atribuían excepcionales condiciones espaciales, emocionales e intuitivas…
A menudo dejamos de conocer anécdotas de personas, que de haberlas conocido en su momento, nos hubieran inclinado hacia ellas irremisiblemente. Fullaondo, nos cuenta de Molezún: 'siempre le recuerdo sobre motos enormes, o llegando a la Escuela vestido de rojo, con gorrito de esquiador, pompón incluido…' Yo eso nunca pude comprobarlo, pero lo veo de tal surrealismo que algo querría decir. (¿Tendría que ver con aquella película de Fellini donde, sin venir a cuento, un motorista de gran máquina, daba pasadas a gran velocidad por un pueblo…?) ¿No sería una intención de transgredir, fingiendo aventuras, más allá de arquitecturas correctísimas de impecable realismo?... (Seguramente cuando Ramón Molezún fue Premio de Roma vio la película…)
Por lo visto también Javier Sáenz de Oiza gustaba de pilotar de noche su gran DKW por carreteras mallorquinas al borde de acantilados. Seguramente nada de esto es casual…
Ramón Molezún además de pintar notablemente a la acuarela o al gouache, tallaba madera. Antonio Corrales dibujaba preciosos croquis en color recurriendo a transparencias. (Esto último me ha llegado al alma y me ha reconfortado, pues algunos seguimos intentando comunicar con nuestros croquis…)
Lo cierto es que los dos tuvieron un éxito profesional fulgurante, ganando dos Premios Nacionales en poco tiempo. ¿Por qué entonces en la ETSAM se habla muy poco de ellos? Posiblemente 'su sabiduría es mucho más difícil de captar de lo que parece'.
No obstante antes 'todos querían ser como ellos', pero ¿a quién queremos parecernos hoy?... Posiblemente cada arquitecto lector tendrá su referencia, pero, tal vez, algunos no sabemos qué decir.
Tengo la impresión de que nuestros Maestros iban mucho más allá con sus obras, que con sus manifestaciones personales. Algo que por otro lado es consustancial con el sentimiento del Arquitecto.
Cuando estaba comenzando mi carrera de arquitecto, nuestros profesores nos ponían ejemplos tan acertados como Bankunión o el Banco Pastor, bien diferentes por cierto. De este último oí de nuestro pequeño y gran arquitecto: García Mercadal, algo muy gracioso. Dijo algo así: '…Eso no puede ser un Banco. Un banco necesita demostrar solidez y seguridad,… y sin embargo fíjate: con una simple metralleta me cargo toda su fachada…'
Comprendo perfectamente la reacción, antes aludida, de Carlos de Miguel. En la transición años 50 – 60, desaparece la generación anterior de grandes maestros: mueren Wright, Mies y Corbusier, entre otros, y el sentimiento de orfandad debió ser terrible.
Arquitectos notables como De Miguel tienen que superar 'el después de', enlazando con 'la modernidad'. Vendrán propuestas con Archigram, Centro Pompidou, Rossi, Foster, Rogers, Gehry, etc. que hay que ir asimilando… desde luego ya no vale decir que 'la función genera la forma', porque se utiliza la forma como símbolo empresarial, con significado publicitario. Los promotores demandan una singularidad lucrativa. Esto es simplemente así y no admite juicio crítico, porque las cosas y las casas cambian. Es cuestión de que 'los arquitectos nos instalemos en nuestro tiempo'. Como dice Fullaondo: '… pasada la primera mitad del siglo XX, quizá pudieran ser José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún nuestras primeras figuras bien instaladas en su tiempo, ese momento de los años 50 – 60, poco estudiadas hasta ahora…'
Como bien decía la Sra. de Corrales, Peque para los amigos, como buen entusiasta de su marido: 'José Antonio es cada día más sabio'… 'escribe poesías secretas, por lo menos para mi…'
Cabe recordar una anécdota que apunta Charo Huarte: José Antonio Corrales 'siempre estaba haciendo cosas con herramientas', y 'en ocasiones, para no ponerse al teléfono, ponía voz de viejecita achacosa',… lo que evidentemente la ponía fuera de sí… Está claro que Corrales necesitaba su propio espacio y su propio tiempo, aislándose necesariamente como gran creativo.
Molezún también era sabio, pero con talento celta, de talante algo parecido al sobrio y magnífico De la Sota. La brevedad sintética era una cualidad de ambos.
Hace poco me enteré de que nuestro Maestro era amante de la navegación a vela y también aficionado a nadar, como Corbusier, que no es poco. Tampoco es casual que a Oiza le gustarán los veleros o simplemente conducir su Morgan, bellísimo y absurdo.
En todo caso, con excepción del expresivo Oiza; Sota, Corrales y Molezún fueron parcos a la hora de hablar de sus proyectos y obras. Parecen coincidir con Aldo Van Eyck en el objetivo de sus trabajos: 'La idea construida', para qué contar más…
Creo que esa introspección personal tiene que ver en este caso con su propia esencia de artistas convencidos, que transmiten sin explicar. Seguramente necesitaron aislarse para desarrollar su trabajo con total independencia y sinceridad, aunque siempre atentos al mundo que les rodeaba.
Posiblemente su falta de proyección internacional, como arquitectos españoles de indiscutible talento, se explique en lo innecesario de explicar sus teorías. Se conformaban con sus obras. Personalmente siempre he admirado más al Arquitecto que hace más de lo que dice, aunque esto podrá rebatirse, en otra ocasión.
Voluntariamente no se comentan, en este pequeño artículo, las obras magistrales que construyeron nuestros Maestros arquitectos Sir Corrales and Sir Molezún. Ellas se explican por sí mismas.
Al escribir estas líneas me doy cuenta de lo poco que aún sé de José Antonio Corrales y de Ramón Vázquez Molezún. Recurro por ello a lo que dicen otros arquitectos que también son Maestros y que pueden comunicarnos la sabiduría de sus comentarios.
A Luís Miquel lo único que realmente le 'importa es la condición humana de Vázquez Molezún: Su inmensa capacidad de ser humano, su generosidad y su paciencia, su timidez de gigante indefenso, su alegría y sus pasiones…'
Coincido en que muchos arquitectos jóvenes, mal conocen su obra y por lo tanto su vida: Una existencia intensísima, azarosa y apasionante: 'aventuras, pasiones, historias verdaderas o inventadas', como dice Luís Miquel.
Me interesa sobre manera ver qué me dice Alejandro de la Sota: Narra algunos hechos que no puedo dejar de citar:
Coincido con D. Alejandro en que, en definitiva, debemos a un reducido número de Arquitectos, lo poco o regular que alcanzamos en nuestra vida profesional. De todos los Maestros sobre los que escribí anteriormente recibí algo valioso y al investigar sobre Corrales y Molezún estoy aprendiendo, aunque sea tarde.
De la Sota define a Corrales como 'un trabajador nato, alegre trabajador'. No sabía que Corrales tuvo el extraordinario valor de abandonar, nada menos, que el Estudio de Gutiérrez Soto, que por aquel entonces debía ser de los más importantes de Madrid, por no decir el que más. La juventud y confianza en sí mismo le impulsaron a dejar de trabajar con D. Luís, que además era su tío. ¿O sería precisamente porque era su tío… y él necesitaba libertad e independencia?
De la Sota también decía: '… cuando decae mi ánimo, pienso en José Antonio, alegre trabajador sobre su tablero…'
Del 'divertido Ramón', De la Sota dice en su más animado tono: 'Ramón, el de los grandes ligues, con unas manos tan sensibles como su espíritu…'
Por lo visto, al grito de '¡qué llega Ramón!', 'ellas' se revolucionaban, sobre todo si les proponía un paseo en su afamada Lambreta,… 'y es que a Ramón todo le sale del cuerpo entero…'
Lo cierto es que Corrales, Molezún y De la Sota también trabajaron lo suyo. Juntos ganaron el Concurso de la Residencia Infantil en Miraflores: 'Los tres, los de la gran juerga, descubriendo juntos, la alegría de la Arquitectura'.
No puedo dejar de finalizar este artículo sin un último comentario del maestro De la Sota:
'…No sería lo mismo si detrás de tanta alegría no hubiera por parte de Ramón y José Antonio una obra, una obra de lo más serio, que no se conoce suficientemente para que siga siendo modelo para todos…'
¡¡Mil gracias, Ramón y José Antonio!!